La triste realidad de muchos camioneros

Que pensaríamos muchos de nosotros si cuando llegáramos hacer nuestro trabajo nos humillaran y lo que es peor que nuestro trabajo se viera tirado a la basura, no es agradable ¿verdad? Pues claro que no, precisamente es lo que están viviendo muchos camioneros en Francia estos días cuando intentan solo hacer su trabajo, cuando intentan de manera legal pasar los productos españoles, parece que ellos no lo ven del todo legal ya que no se lo piensan a la hora de tirar la mercancía y como se descuiden hacerles polvo el camión, sin importar lo que les haya costado llegar hasta allí ni el dinero que se esté perdiendo, tan solo piensan que van hacerles la competencia y simplemente se niegan a que ningún tipo de mercancía que no sea el suyo pase por allí.

Imaginemos por un momento si te niegas o te intentas defender, no solo a ti si no tu esfuerzo, sudor y trabajo, pues te expones a que te peguen o a como he dicho antes te rompan el camión y encima debas correr con los gastos, desde luego más de unos ha tenido que buscar desguaces de camiones por el camino para poder solventar por ejemplo la rotura de un retrovisor que no es por nada pero los de camión son muy caros, o la rotura del paragolpes delantero, que sin él no se puede circular o el parabrisas delantero a mala leche para poder menos circular y tener que pasar la noche en vela pendiente del camión y así infinidad de cosas que no se pueden evitar cuando te enfrentas a auténticos maleantes que no les importas nada.

La verdad que si nos paramos un momento a pensar nos daremos cuenta que la profesión de camionero es muy bonita ya no solo por lo que con lleva si no por lo que se viaja y la cantidad de personas y ciudades que se conocen, además de nuevas gastronomías que te dejan sin palabras, pero al mismo tiempo ser camionero lleva tras sí un enorme vacío emocional que se consigue a base de viajar solo y de ver a tu familia una vez a la semana o una vez al mes, hay quienes la aman y la odian al mismo tiempo, sin duda la cara y la cruz de una profesión sacrificada y que nunca se ve por desgracia recompensada.